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¿Cómo saber que unas gafas progresivas no van bien?

Cómo saber si unas gafas progresivas no están bien adaptadas

Las gafas progresivas son una excelente solución para quienes necesitan ver con claridad a diferentes distancias, sin tener que cambiar de gafa. Pero si no están bien adaptadas, pueden causar molestias visuales e incluso impedirte realizar actividades cotidianas con normalidad. Detectar los síntomas a tiempo es clave para corregirlos y mejorar tu experiencia visual. Es por eso que en el artículo de hoy, te contamos cómo puedes saber si unas gafas progresivas no están bien adaptadas y qué hacer al respecto.

¿Cómo deberían funcionar las gafas progresivas correctamente?

Las gafas progresivas bien adaptadas permiten una transición suave  entre visión de lejos, intermedia y de cerca. No deberían generar saltos de imagen ni exigir movimientos constantes de cabeza para encontrar el punto correcto de enfoque. La experiencia visual debe ser natural, sin esfuerzo ni incomodidad.

Otro aspecto importante es que las gafas estén correctamente ajustadas al rostro. El centrado de las lentes, la elección del tipo de progresivo y el diseño de la montura son factores que influyen directamente en la comodidad y eficacia de uso. Una mala adaptación de tus gafas puede anular los beneficios de este tipo de lentes.

6 síntomas de que tus gafas progresivas no están bien

1. Visión borrosa o desenfocada en ciertas zonas

Uno de los síntomas más habituales de una mala adaptación es notar que la visión es se vuelve borrosa o poco definida. Esto  puede ocurrir si las lentes ocurre cuando las zonas ópticas de las gafas no están bien centradas respecto a tus pupilas, o cuando las medidas personalizadas, como la altura de montaje, no se han tenido en cuenta con precisión.

Una progresiva bien diseñada debería ofrecer una transición suave entre lejos, intermedio y cerca, sin que tengas que buscar constantemente el punto “bueno” para ver con nitidez.

2. Mareos, vértigos o sensación de inestabilidad al caminar

El mareo o la sensación de inestabilidad es un signo claro de que las lentes progresivas no están bien adaptadas. Esta molestia suele darse cuando hay una distorsión del campo visual provocada por un diseño incorrecto o por un mal centrado de las zonas de visión. Al mover la cabeza, la imagen puede parecer que «salta», generando vértigos o desequilibrio.

También es posible que estos síntomas aparezcan al caminar o bajar escaleras, ya que el cerebro no consigue adaptarse al cambio de distancias que ofrece la lente. Si después de varios días de uso sigues experimentando estos efectos, es importante acudir a tu óptico para revisar el ajuste de tus gafas.

3. Dolor de cabeza o fatiga ocular

El uso de unas gafas progresivas mal graduadas o mal adaptadas puede suponer un esfuerzo visual constante. Como consecuencia, puedes notar dolor de cabeza, especialmente en la frente o sienes, así como una sensación de agotamiento ocular al final del día. Esto ocurre porque tus ojos trabajan más de lo necesario para intentar enfocar correctamente a diferentes distancias.

Este tipo de molestias suelen intensificarse tras tareas visuales exigentes, como leer, trabajar frente a pantallas o conducir. Si los dolores son persistentes, no los ignores: podrían ser una señal de que necesitas una revisión de la graduación o del montaje de tus lentes.

4. Dificultad para enfocar de cerca o de lejos

Una lente progresiva bien adaptada debe facilitar una visión nítida tanto en objetos cercanos como lejanos, pasando por la distancia intermedia. Si notas que tienes que esforzarte para ver con claridad a corta distancia (como al leer un libro) o a larga distancia (como al conducir), es posible que la distribución de las zonas ópticas no esté bien ajustada a tu caso.

También puede ser indicativo de una graduación incorrecta en alguna de las zonas de la lente. Este problema impide una transición fluida entre las distintas áreas, haciendo que el enfoque se convierta en una tarea incómoda y poco natural.

5. Problemas al usar el ordenador o al leer

El uso del ordenador y la lectura implican trabajar en una distancia intermedia y cercana durante largos periodos. Si notas molestias al realizar estas tareas, como visión borrosa, cansancio o necesidad de inclinar la cabeza. En estos casos, puede ser recomendable optar por unas lentes progresivas personalizadas o incluso lentes ocupacionales específicas para trabajo de intermedia-cerca. Lo importante es que la lente se adapte a tu estilo de vida y al uso real que haces de tus gafas.

6. Necesidad constante de mover la cabeza para ver bien

¿Te ves girando la cabeza hacia los lados o bajando la barbilla constantemente para encontrar el punto de enfoque? Este gesto habitual indica que las zonas de visión no están alineadas correctamente con tus ojos. Puede deberse a un error de centrado, una elección inadecuada de montura o una mala adaptación del diseño progresivo a tu anatomía facial.

Mover tanto la cabeza no solo es incómodo, sino que puede provocar rigidez cervical o dolores musculares con el paso del tiempo. Una lente progresiva bien adaptada debería permitirte ver con movimientos suaves y naturales de los ojos, sin necesidad de forzar la postura.

Principales causas de un mal funcionamiento en gafas progresivas

Una de las causas más frecuentes de problemas con las gafas progresivas es una graduación incorrecta. Aunque parezca obvio, una medición imprecisa, tanto para visión de cerca como de lejos, puede provocar molestias desde el primer uso. 

También influye el centrado inadecuado de las lentes. Esto puede deberse a una mala toma de medidas, un error en el montaje o una elección incorrecta de la montura. Cuando esto ocurre, el ojo no encuentra el punto exacto de enfoque, lo que genera incomodidad y síntomas como visión borrosa o necesidad de mover mucho la cabeza.

Otra causa común es el uso de un diseño de lente que no se adapta a tu estilo de vida. Existen lentes progresivas estándar y otras personalizadas, pensadas para quienes realizan tareas específicas. 

Consejos para una buena adaptación a las gafas progresivas

El primer consejo esencial es tener paciencia durante el proceso de adaptación. Aunque muchas personas se acostumbran rápidamente, es normal que en los primeros días experimentes cierta incomodidad. Lo recomendable es usarlas de forma progresiva durante las primeras jornadas, evitando alternarlas con otras gafas.

Otro factor importante es dejarte asesorar por un óptico especializado. En Óptica Universitaria, por ejemplo, se realiza un estudio personalizado para elegir la montura adecuada, centrar correctamente las lentes y seleccionar el diseño progresivo que mejor se adapta a tu día a día. Un buen ajuste inicial reduce drásticamente los síntomas de una mala adaptación.

Por último, asegúrate de ajustar bien la montura a tu rostro. Las gafas deben asentarse con firmeza pero sin presionar, y la posición en la que descansan sobre la nariz influye directamente en el rendimiento visual de las lentes progresivas. Una buena adaptación no solo depende de las lentes, sino también de cómo se integran con tus hábitos y tu fisionomía.

¿Notas alguno de estos síntomas con tus gafas progresivas? En Óptica Universitaria te ayudamos a encontrar el modelo ideal con una adaptación personalizada, para que disfrutes de una visión clara, cómoda y sin complicaciones desde el primer día. Acércate a nuestras tiendas físicas y nuestro equipo de profesionales estará encantado de atenderte.

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